Calle Noventa y Dos
Sube hasta el ático donde está concertada la reunión. Le dan los buenos días y él se los devuelve aunque esté atardeciendo. Tampoco le parece prudente contradecirles cuando pronuncian mal su apellido. Tampoco quiere llevarles la contraria cuando le ponen una bolsa de plástico en la cabeza y le dicen que van a tener una conversación tranquila sobre lo sucedido en la calle Noventa y Dos.
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despierta la intriga gracias por comparir
Gracias por el comentario.
esperemos a saber como continua, gracias