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El avión aterriza en la República Dominicana y me traslado a mi hotel a disfrutar de mi Circuito Afrodita. A mis cincuenta años es difícil follar sin pagar. Busco refugio en el alcohol, la comida, el poder de mi puesto y el dinero que gano. No es suficiente. La vida sin hijos es tranquila pero triste, ahora me doy cuenta. Por suerte todavía quedan países pobres en los que se puede gozar por unas cuantas libras. De todo eso me olvido mientras me tumbo en la cama y Leónidas desliza su mano mulata por debajo de mis braguitas.
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